los libros que lee Caro (e invitado)

lunes, 15 de marzo de 2010

Antonio Dal Masetto - Demasiado cerca desaparece

Qué libro tan raro...
Me gustó mucho, aunque no se decir muy bien por qué.

Es lento, tiene una cadencia medio melancólica, una historia...corta.

Ciro es un chico de unos 14 años que se va de su casa en La Bandita para llegar a Buenos Aires en busca de Bea, que es una chica que vio dos o tres veces en su pueblo y de la que no tiene ningún dato.
En el viaje de ida, haciendo dedo conoce a un camionero (Gallo) y a otros personajes que se van juntando por el solo hecho de caer en la situación de una u otra manera.
El libro dura lo que dura esa etapa en la vida de Ciro, unos cuántos días en los que estos personajes van interactuando entre sí ante las visicitudes que se les presentan.

También, sin usar una palabra de más y sin contarnos casi nada, nos habla del hecho creativo y del placer que nos puede provocar; del descubrimeinto del propio talento y la fuerza que surge de él; de la soledad en la que podemos estar y de la infinita alegría que surge de las pequeñas cosas... claro que él lo dice mucho más lindo que yo.

Muy interesante.

Cita:

" Ciro se tomó su tiempo, se apartó de la ventana y esperó que los otros volvieran a sentarse. Arrancó por la nocheen vela, la aparición de la muchacha y las idas y vueltas por el departamento.Después siguió con la caminata en el amanecer. Al principio vacilaba y le costaba encontrar las palabras adecuadas, pero se fue afirmando rápidamente y cuando se describió a sí mismo en la plaza, oculto detrás del árbol, ya estaba dominando con comodidad la situación. Entonces, al detectar el interés que despertaba, supo que podía permitirse algunos agregados para ilustrar mejor los hechos y también algunas pausas para mantener la expectativa. Su momento de mayor vuelo llegó cuando narró la danza bajo la lluvia. Se sentía inspirado y ya no hubo cautela ni titubeos en el relato. Al contrario, provocó en si mismo el descontrol, seguro de que era un buen recurso para arrastrar a los otros.. Pero aún en ese arrebato no dejaba de tener conciencia de que la arquitectura de su historia tenía leyes que era necesario respetar. El termómetro de esa marcha era su propia voz. Su voz iba pulsando el camino, le avisaba cuándo debía demorarse un poco más o lanzarse hacia adelante. Ciro se sentía satisfecho de si mismo. Percibía la atención de los otros como un calor que lo rodeaba y lo sostenía. Disfrutaba de ese calor. Mientras el relato durara y él lograse mantener tensa la cuerda, seguiría cabalgando sobre su ola. De tanto en tanto, levantaba la mirada, veía al tigre del tapiz, triunfante sobre su presa, y se sentía identificado."

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