los libros que lee Caro (e invitado)

domingo, 9 de marzo de 2008

Las viudas de los jueves - Claudia Piñeiro

Me encantó este libro.

Es como que no pasa nada y uno está inquieto y nervioso todo el tiempo...
Creo que lo que más me gustó es que no es panfletario. No a favor ni en contra.
Para quien todavía no lo sabe, se trata de un grupo de gente que vive en un Country. En Buenos Aires.

Yo cada tanto me pregunto si me gustaría vivir en un Country. Si me creo esa idea de que los niños pueden jugar en la calle como cuando yo era chica, si es lindo vivir en Truman Show...
Y siempre me contesto que no.
Que no me gustaría.
Pero creo que lo más angustioso es pensar que los que vivimos "afuera" tampoco vivimos muy diferente a "ellos" que están adentro.


En vez de una cita:

Hace un tiempo empecé a conocer algunas personas (mujeres) que viven en Nordelta.
Dos de ellas se hicieron bastante amigas, incluso hicieron un proyecto juntas, y luego no se por qué motivo se pelearon.
AL poco tiempo una de ellas se enfermó de cáncer, muy rápidamente tuvo que pasar por cirugía, quimio, etc.
La otra, la que no estaba enferma, un día me comentó que ella quería acercarse a la que sí estaba enferma, porque a pesar de todo, la quería mucho y le daba ganas de acercarse en este momento tan difícil que estaba viviendo.
Entonces yo, ingenueamente, le sugerí que ya que vivían tan cerca, por qué no pasaba un día espontáneamente a tomar mate...
Y me dijo, "no, no puedo porque es un barrio privado"
"Y? " consulté yo con una dosis más alta de ingenuidad
"y -me dijo ella- que para entrar tengo que tener la autorización de ella"

sábado, 1 de marzo de 2008

Casa de Geishas - Ana Maria Shua


Yo tengo la fantasía de que Ana Maria Shua debe ser una persona muy rara.
No se nada sobre ella... leí La sueñera y me encantó (va en otro post), por eso me compré Casa de Geishas cuando lo ví en una mesa de ofertas.

Rarísimo.

Algunas cosas me encantaron, otras nada de nada.

Pero sí me gusta mucho el formato "cuento brevísimo".

Cita:

"Tranquilizante

Me dicen que me tranquilice: el grito que acaba de asustarme salió de mi propia boca. Como no puedo mirar mi propia boca, la palpo con las dos manos tratando de percibir en la textura de los labios alguna huella del paso de semejante alarido. Por fin encuentro rastros en el temblor de la comisura izquierda, en la rigidez de la lengua, en la baba espumosa que me chorrea por la barbilla. Que tranquilizador. "